¿Quién no disfruta de una buena ensalada con atún fresco o en lata? ¿O de un buen tataki con sésamo y salsa de soja? ¡A nosotros se nos hace la boca agua sólo de pensarlo!

Pero… ¿realmente es atún lo que comemos? Últimamente están apareciendo muchas noticias sobre el fraude de este pescado en Europa y esto puede hacernos dudar de realmente qué es lo que estamos comprando en el supermercado.

Cómo identificar el fraude del atún rojo

Para saber realmente qué estamos comprando, lo primero que debemos hacer es fijarnos en el precio:

• Si el atún cuesta alrededor de 15 euros estamos hablando de la variedad ‘rabil‘ (o aleta amarilla)
• Si cuesta unos 7 euros se trata de la variedad ‘patudo‘
• En cambio, si cuesta alrededor de 26 euros el kilo se trata de atún rojo auténtico

¿Y qué pasa si el atún que compramos no es el auténtico? Básicamente podríamos estar ingiriendo pescado teñido con zumo de remolacha que venden como atún auténtico y así consiguen colarnos gato por liebre. Además, hay prácticas abusivas utilizando esta técnica para que el pescado parezca más fresco de lo que es.

Para que el atún se pueda vender como pescado fresco, una vez pescado debe de ser congelado a -18ºC. Eso hará que no aparezcan patógenos que puedan causar daños a nuestra salud. El problema es que hay empresas que no lo hacen y venden como atún fresco uno que sólo puede ser enlatado.

A causa de ello, la Unión Europea ya ha pedido responsabilidades a España para que dejen de producirse los brotes de intoxicación por el consumo de atún rojo falso por la poca regulación que existe actualmente.

Con el bacalao pasa algo similar, muchas tiendas ofrecen Gadus macrocephallus (de menor calidad), como si fuese Gadus morua (de mayor calidad y precio).